En la vida todo es relativo y lo que no, esta mitificado, la hoguera de las vanidades en el sexo no se salva. En torno a las relaciones humanas hay una serie de hechos que se dan por supuestos, especialmente en la masculinidad, llena de matices que lo que hacen es humanizar al sujeto.
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El portal español "En Plenitud" habla de las verdades que hablan de los hombres siempre dispuestos a tener sexo, "gallardos amantes" que tienen que establecer el récord de la durabilidad en cada coito, o "Don Juan de banqueta" insensible que no pueden mostrar a su pareja en que están pensando, o decirles cuanto sienten cada instante que comparten con ella. Asunto cada día mas frecuente en los hombres que rondan los treinta y que se sienten "machos" desde la adolescencia, porque así lo mal educaron en casa.
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La cultura occidental cuenta con una serie de mitos y creencias respecto a la sexualidad masculina que están instalados en la mente y que generan miedos, dificultades y trabas en lugar de contribuir a una vida sexual rica y placentera.
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El primero de estos mitos es la de la imagen del hombre duro que no llora, que no expresa sentimientos, y a los que, según la tradición popular, mostrar sus emociones le costaría perder su reputación ganada tras años de dureza y ocultamiento.
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Según los especialistas, mostrar las emociones no implica perder fortaleza, el verdadero poder reside en manifestar "quienes somos en realidad" y actuar en consecuencia con nuestros sentimientos. Las mujeres suelen decir que un hombre resulta "más masculino y atractivo" cuando expresa sus emociones, confiando en que será contenido por su compañera.
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La reputación de un hombre siempre ha ido ligada, para bien o para mal, a la dependencia al sexo. En contra de lo que se piensa de las mujeres a las que les duele "la cabeza frecuentemente", en lugar de decir ahora no.
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Pero, si bien, la adicción al sexo es una patología, no todos los hombres están enfermos, hay mujeres adictas también.
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Un vínculo de pareja no se sustenta únicamente en la sexualidad, existen otros componentes muy importantes como el "compromiso o la intimidad", es muy posible que sin eso, la relación no pueda sostenerse. De hecho a los hombres no siempre les apetece tener sexo, aunque muchos lo oculten por el qué dirán, cumpliendo sin tener en cuenta el placer de la mujer.
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La cantidad de orgasmos, o la "durabilidad" de la penetración son trofeos a los que aspiran todos los "hombres duros" para presumir a los amigos. Cada coito para ellos es un nuevo récord Guiness para satisfacer a la hembra y asegurarse que le pedirán repetición.
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Nada más lejos de la realidad, los entendidos aseguran que esta tendencia lo único que logra es anular la riqueza inherente a la sexualidad que consiste precisamente en disfrutar el momento, vivir las experiencias y sensaciones, independientemente del final. El sexo es un viaje y no un destino, como la vida misma.
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