Hoy se cumplen 50 años de su muerte, ídolo del cine a pesar de que sólo hizo en plan protagónico tres películas. "Al este del Edén", "Rebelde sin causa" y "Gigante".
Fue una ironía la vida de James Dean, meses antes de morir en un accidente en la carretera, grabo una campaña de conciencia social para evitar los accidentes por exceso de velocidad. En el comercial mencionaba la frase: "Conduce con calma, la vida que salves puede ser la mía".
A los 24 años, su vida culminó en un trágico accidente. Su Porsche 550 Spyder (apodado Little Bastard o Pequeño Bastardo) terminó bajo un Ford Custom Tudor 1950 conducido por Donald Turnupseed, que venía en dirección contraria. A Dean lo acompañaba su mecánico Rolf Weutherich, quien sobrevivió al choque en Chalame en California, el 30 de septiembre de 1955.
El mítico actor de Hollywood era amante de la velocidad y los excesos. Incluso le fue prohibida su participación en cualquier competencia de velocidad mientras filmaba su última película, Gigante, de George Stevens, donde compartió créditos con Rock Hudson y Elizabeth Taylor.
Algunos críticos llegaron a comentar que James Dean "quería probar y experimentar con todo, hubo drogas, mujeres y hombres en su vida". Incluso, una de las leyendas en torno a su muerte sugiere que salió velozmente de una fiesta en la casa de su amiga y compañera Elizabeth Taylor, presa de la furia al ver a uno de sus amantes, un conocido productor, con otro hombre, aunque se afirma que en realidad el amor de su vida fue la actriz italiana Anna María Pierangeli.
Hoy, la televisión inglesa transmitirá un documental en el que, de acuerdo con expertos, James Dean no se mató por exceso de velocidad sino por su falta de pericia, en vez de esquivar el auto que se encontró de frente en la carretera, aceleró.
En una biografía lanzada en 1995 bajo el título "El boulevard de los sueños rotos", con motivo de los 40 años de su muerte, el escritor Paul Alexander afirma que el actor era conocido por su afición al masoquismo, incluso en el ambiente era conocido como "El Cenicero", debido a su gusto por las quemaduras de cigarro en su cuerpo para obtener placer, incluso se difundió, al serle practicada la autopsia, que se le encontraron marcas de latigazos en la espalda.
Los historiadores y amigos de James Dean atribuyeron su alocada desenfrenada vida a la soledad que lo abrumaba, su desarrollo con la ausencia de la figura materna (su madre murió víctima de cáncer cuando tenía nueve años) y el resentimiento contra su padre, quien lo envió a vivir con sus tíos y al que no vio durante 10 años, además de vivir acomplejado por su miopía y baja estatura.
Sus frustraciones las canalizó a través de obras de teatro escolares, intentó estudiar Derecho, pero lo abandonó para dedicarse a la actuación. Su primer trabajo fue un comercial de televisión para un refresco de cola, en el que le pagaron unos cuantos dólares y un desayuno. Hay poco material de sus incursiones televisivas, ya que eran transmisiones en vivo.
James Dean construyó su personaje con "pantalones vaqueros, botas campiranas y chamarras de cuero con playeras blancas, imagen del obrero urbano". Su atuendo desenfadado y su actitud contra as reglas impuestas por los adultos lo hicieron identificarse con un público joven, ávido de tener un ejemplo a seguir fuera de sus casas.
La fantasía del cine transformó a James Dean en un héroe de culto juvenil por sus personajes de hombre difícil, confundido y sensible que tiene que hacerse camino a la edad adulta sobreponiéndose a la figura opresiva de los padres y la indiferencia de la sociedad.
El director de cine francés Philipe Labro lo describió en una declaración: "Todos lo reclaman, los homosexuales, los beatniks, los intelectuales, los choferes de camiones, las ancianas, las niñas de 14 años, los adolescentes del campo y la ciudad y los que se asolean en las playas de California. Él pertenecía a todos, eso quiere decir que no pertenecía a nadie."