Creadas como comparsas de carnaval, y convertidas en personajes animados con fines festivos, las botargas tienen características peculiares, ocultan a quien les presta voz y movimiento, deforman deliberadamente los cuerpos, y aparecen como seres chistosos y amistosos.

Una botarga, el Dr. Simi, fue parte importante del explosivo éxito de las Farmacias Similares, poderoso grupo empresarial que ha convertido a Víctor González Torres en uno de los más influyentes empresarios del ramo farmacéutico.

En tiempos políticos - electorales como los de hoy, la contienda por el poder se asemeja a un espectáculo de circo donde la lucha de ideas y proyectos se deja fuera, la botarga pasó de ser personaje publicitario a precandidato presidencial y, más adelante, a probable abanderado del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina (PASC), partido político de caricatura.

Y como toda botarga que se respete, el más desbocado de los González Torres se oculta tras del "amable", "simpático" y "deformado", el Dr. Simi esconde las verdaderas intenciones mercantiles de Víctor González Torres, frívolo y acaudalado empresario farmacéutico, que en la desdibujada lucha por el poder en México, y con una muy abultada cartera, aparece como el benefactor de los pobres, el quiere salvar de su postración a millones de mexicanos olvidados.

Sabedor de lo poco serio de sus lances, González Torres reta a quienes dejan escapar una sonrisa por sus pretensiones presidenciales: "No es una payasada... el que ríe al último, ríe mejor", dice a los periodistas en su poca y confusa expresión verbal.

Y tiene razón, Víctor González Torres "no es una payasada", como no lo fue y no lo sigue siendo el Partido Verde Ecologista de México y su dirigente, Jorge Emilio González Torres, El Niño Verde, miembro de la misma familia que ha encontrado en la política y en ese partido unifamiliar la más jugosa e insultante mina de oro.

No es "una payasada" el altruismo medicinal en favor de los pobres que despliega por todo el país y fuera de las fronteras el Dr. Simi.

La supuesta preocupación por la ecología, en el caso del Partido Verde, y la ocupación por los pobres, del Dr. Simi, son parte de una estrategia mediática que busca hacer crecer sus caudales, ahí ha encontrado en la política, su mejor aliado.

Nadie en su sano juicio puede creer en la seriedad del activismo político de Jorge Emilio o de Víctor González Torres - más allá de que a los miembros de ese clan familiar les asista el derecho a postularse a cualquiera de los puestos de elección popular en disputa -, y mucho menos se puede creer en las posibilidades reales de que el Dr. Simi logre conseguir una candidatura presidencial o la jefatura del Ejecutivo en las urnas. Pero eso hoy, no parece ser lo que importa.

Víctor González Torres, en una eventual candidatura presidencial como la que busca a partir de Alternativa, lo convertiría, en un eficaz empresario, y en reconocido político. Sumando caudales económicos, y caudales políticos. ¿Y quién lo detiene?

El poder del Ejecutivo o el Legislativo, han sido los obstáculos para acrecentar el monopolio farmacéutico de los González Torres.

El poder económico del Dr. Simi ha bombardeado a instituciones, empresas, medios de comunicación y críticos de la farsa de los González Torres y de Víctor, el locuaz empresario que igual se pasea con las "simichicas" como muestra de la virilidad del poder económico que paga costosas campañas de desplegados en la prensa para denostar a sus críticos, como muestra de que el dinero lo compra o lo somete todo.

Un buen día, sus lacayos halagadores a sueldo le convencieron de que el poder económico también sirve para comprar el poder político. Pero no cualquier poder, sino el poder presidencial.
Así arrancó su precampaña a la que se destinaron ríos de dinero, carretadas de anuncios, supuestas encuestas favorables. Tenia que comprar popularidad. Como lo hizo el Partido Verde con su candidato presidencial de cartón, Bernardo de la Garza, pero le salió más barato.

De la noche a la mañana el Dr. Simi se convirtió en un codiciado aliado político. Por supuesto que a nadie le importó la "solidez" de su ideología, tampoco la "congruencia" de sus causas, y menos su "completo historial político". Lo que a todos los presidenciables les interesaba era su dinero, que bien empleado se convertiría en votos.

Pero más que "cola de león", el Dr. Simi se decidió por la "cabeza de ratón". Lanzó el anzuelo de millones de pesos al servicio de una candidatura presidencial. Y en el Partido Alternativa encontró el terreno fértil, ya que las luchas de poder habían fracturado la de por sí débil estructura política e ideológica del PASC.

La promesa de un cañonazo de 100 millones de pesos fue suficiente para abrir un hoyo en Alternativa, partido que se desmoronó antes de nacer como oferta alterna a los partidos políticos tradicionales.

"No son una payasada" los millones de pesos que puede tirar Víctor González Torres, y a pesar de que es remota la posibilidad de que el Dr. Simi se convierta en candidato presidencial, de inmediato cundió el pánico entre los presidenciables más importantes, sobre todo entre quienes enarbolan la bandera de los pobres y de las luchas de la izquierda.
Y es que una vez que consiguió que el ala campesina de Alternativa lo designara su candidato presidencial, Víctor González Torres se proclamó como el candidato de los pobres y el abanderado de una izquierda moderna, al registrarse como candidato y luego de presumir entre la concurrencia sus caudales.

En la muy poco probable opción de que el Dr. Simi sea registrado formalmente como candidato presidencial, competirá directamente con Andrés Manuel López Obrador en la solidez de su ideología de izquierda y en la congruencia de sus objetivos, la lucha en favor de los pobres. Pero tendría una ventaja sustantiva, su fortuna puesta al servicio de su ambición personal. Esa sería la única diferencia.

Por eso se prendieron las alarmas del sistema de partidos, y del sistema electoral mexicano, en medio del circo en el que se han convertido las elecciones, una fortuna en dólares compra una candidatura presidencial.

Son muchos los interesados en impedir que Víctor González Torres se convierta en candidato presidencial. Y no porque exista alguien que crea que puede ganar, sino porque sería desequilibrante la contienda pactada en el sistema de partidos políticos, donde sólo hay espacio para los tres grandes, y en la que los partidos pequeños son un territorio controlado para quitar presión, vigilando, una contienda que puede resultar cerrada.
Todos auguran que el Dr. Simi se quedará en simple botarga curiosa. Pero la lección es para todos, digo yo...