Entre las muchas narraciones de sucesos marítimos que existen, reales y ficticias, hoy se concentra la atención nacional, en la historia de los tres marinos mexicanos que en noviembre del 2005 zarparon de San Blas, Nayarit, para pescar tiburones, y nueve meses después aparecieron del otro lado del mundo y del Océano Pacífico a 8 mil kilómetros de distancia, después de navegar a la deriva 9 meses y 9 días.
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La historia que seguramente va a ser tema de libros y películas, tiene un comienzo revelador de la precariedad de la vida de los pescadores mexicanos, que salen al amanecer en un bote tan limitado como un salvavidas de barco, sin los útiles de éstos, sin avisar, sin radio ni luces de bengala ni avituallamiento apropiado, ni siquiera chalecos para flotar.
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El motor se avería y ellos quedan a la deriva. Dos de los cinco tripulantes que partieron fallecen, aparentemente de hambre, porque son incapaces de comer pescado crudo.
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De los rescatados, Salvador Ordóñez es experto en sobrevivencia en el mar, y extrañamente no aplicó sus conocimientos al aventurarse en una jornada de pesca sin cumplir los requisitos mínimos de seguridad. Lucio Rendón es un buzo reconocido por su destreza en la extracción de ostiones del fondo del mar. Jesús Eduardo Vidaña, sinaloense, tenía experiencia como pescador. Hasta ahora contamos sólo con lo que los tres náufragos nos relatan.
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Las autoridades de salud deberán informarse para saber cómo pudieron sobrevivir física y mentalmente, que les llevó a avanzar un promedio de 30 kilómetros diarios arrastrados por las corrientes marinas sin ser rescatados por varios barcos que los avistaron, según ellos, y prosiguieron su viaje en contravención de las leyes del mar y el espíritu de humanitario.
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Los expertos marinos del Gobierno Mexicano deberán hacer una meticulosa reconstrucción del viaje y las condiciones meteorológicas de la temporada, porque bebían agua de lluvia, así como la travesía.
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La viabilidad del viaje no se descarta, pero se requieren precisiones en vista de que queda en cuestión la seguridad de los litorales mexicanos, ya de por sí vulnerados por los traficantes de drogas, de mercancías, de armas y de seres humanos.
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Mientras los náufragos mexicanos viajan de regreso de las islas Marshall a México, su aventura - tal como ellos la relatan con variaciones - nos ha servido de distractor para aliviar la tensión provocada por más de siete semanas de ardua controversia postelectoral.
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El fondo del asunto es mejorar las condiciones de trabajo de los pescadores mexicanos y reajustar los sistemas de vigilancia costera, para la protección de la vida humana y la preservación del medio ambiente, así como del combate a las pandillas de la delincuencia organizada.
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Es bueno que los tres pescadores hayan salvado la vida pero corresponde a la autoridad correspondiente clarificar las circunstancias muy extrañas que rodean este episodio de la vida nacional.
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Tinterillo dice;
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Ricardo Antonio La Volpe firmó con Boca Juniors de Argentina con lo que parte al extranjero aparentemente el último integrante del Tricolor.
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La Volpe se asume allá como entrenador mexicano. Dijo que sabía que iba a tener que aguantar burlas porque habla como El Chavo, está preocupado porque se le va a salir un “órale”. Y acá se ganó la antipatía de muchos por su mal carácter y falta de tacto para con la gente, muchos ven como delito que sea argentino. Que enredo.
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La Volpe no sabe si volverá a dirigir en México, pero afirmó que regresará a su casa de casi treinta años, sus hijas, yernos y nietos son mexicanos, además de ser propietario de una fábrica de jabones (chiquitos) en Toluca.
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¿Tendrá éxito en Boca? Pienso que sí, sus “locuras” que no soportamos aquí, halla son de lo más normal, en Argentina y más en ese equipo lo único que les interesa, es si hace bien o mal su trabajo.
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El que debe estar “muy agobiado” es Hugo Sánchez, que nunca imagino que su acérrimo rival fuera a dar a uno de los equipos más importantes del mundo, mientras él vive en España a media tabla muy lejos de las candilejas que tanto le gustan…
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