El próximo sábado 28, la “Estatua de la Libertad” festejará sus primeros 128 años. Para celebrarlo se permitirá recorrer el museo montado en su enorme pedestal.

Para los visitantes de Nueva York será una fecha única y tendrán la oportunidad de llegar hasta la isla Liberty para recorrer el museo que está instalado en el pedestal de la estatua, así como el parque que rodea a la “gran dama”, símbolo indiscutible no sólo de la ciudad sino de Estados Unidos.

Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron suspendidas las visitas a la isla, así que es buen día para volver a los pies de Miss Liberty - como la llaman afectuosamente - cuando cumple 120 años de “alumbrar” a quienes arriban a Nueva York.

La Estatua de la Libertad es obra del escultor francés Frédéric-Auguste Bartholdi y la historia de la célebre estatua está plena en hechos curiosos, desde el cómo fue concebida.

En 1870 tras una visita a Estados Unidos y un recorrido por la bahía de Nueva York, Bartholdi - entonces de 36 años - le surgió la idea de levantar una estatua monumental para conmemorar en 1876 el primer centenario de la Declaración de Independencia del país para que diera la bienvenida a todos los que llegara al puerto de Nueva York.

Sin demora diseñó una maqueta a escala, de la estatua y del entorno, pero debido a muchas vicisitudes pasaron 16 años para hacerla realidad, haciendo gala de paciencia.

Fue necesario convencer al gobierno francés de que permitiera crear la escultura en su territorio, que autorizara una colecta pública para obtener el dinero y que la su obra fuera donada al pueblo estadounidense. Fue indispensable conseguir que el gobierno de Estados Unidos aceptara recibirla, cediera el terreno adecuado para colocarla y que construyera la base o pedestal.

Tubo que vencer obstáculos técnicos y logísticos que se presentaron durante el proceso de su tallado, montaje y traslado marítimo hasta la bahía neoyorquina, supervisar la construcción del pedestal y su colocación sobre éste.

Como la estatua no estaría terminada para la fecha deseada, el 4 de julio de 1876, Bartholdi mandó por barco la gigantesca mano levantando la antorcha a la Feria Internacional de Filadelfia, con la que se festejó oficialmente el bicentenario de la independencia estadounidense. El que causó la monumental obra ayudó para que fluyeran los fondos en mayor cantidad y frecuencia.

Por fin, el 28 de octubre de 1886 -110 años después de la Declaración de la Independencia de Estados Unidos- se develó el monumento que consta en la actualidad de tres secciones; la estatua, la base y el pedestal.

La altura del conjunto es de 93 metros, sólo la estatua mide 46 metros y pesa 225 toneladas, la cabeza mide cinco metros.

Su autor la llama "Libertad que ilumina al mundo" y ocupo su lugar en la isla de la Libertad (nombre puesto por el propio Bartholdi), en la bahía de Nueva York, a unos dos kilómetros al sur de la isla de Manhattan.

El cuerpo está forrado con láminas de cobre de 35 centímetros de espesor montadas sobre acero, estructura ideada y realizada por Gustave Eiffel, creador de la torre que lleva su nombre y que es símbolo indiscutible de París.

La estatua representa a una mujer (se dice que la madre de Bartholdi fue la modelo) con una vestimenta regia, coronada con una tiara de siete puntas que representa los siete mares o continentes. Bajo la planta de uno de sus pies, pisándola, está una cadena rota que simboliza la ruptura de la esclavitud y en consecuencia el goce de la libertad.

Su brazo derecho eleva la antorcha, y con el izquierdo sostiene el acta de independencia con la leyenda: "July IV, MDCCLXXVI", fecha en que Estados Unidos declaró su independencia de Inglaterra.

En el interior Bartholdi colocó una escalera de 394 escalones subir hasta el piso de la corona y la antorcha, teniendo una vista incomparable de la “Gran Manzana” y sus rascacielos. En la actualidad, por razones de seguridad, la escalera es utilizada únicamente por el personal de mantenimiento y limpieza.

Por su histórica importancia la estatua fue declarada por la UNESCO en 1984 como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Recientemente fue sometida a una restauración que duró casi ocho años y que le dio su apariencia actual y hubo necesidad de sustituir el brazo de la antorcha ya que el original estaba ya muy deteriorado.

En fin, el próximo sábado Nueva York, y los Estados Unidos festejará su incomparable y más famoso símbolo.


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