Aun en medio de la anarquía y el caos provocados por quienes son caóticos y anárquicos se efectuó el viernes el protocolo republicano.

Fueron cumplidas, como tenían que ser, las solemnidades determinadas por la Constitución para que un Presidente electo rinda su protesta.

Podía haber sucedido lo peor, pero no fue así. El ala extremista y radical de PRD, los diputados y senadores porros y golpeadores mantuvieron esa actitud cerril que nos avergüenza e indigna, deslucieron el acto, mostraron otra vez su pertinaz obstinación para negarse al diálogo y a los acuerdos, pero no llevaron a cabo la intentona amenazante que habían anunciado, de impedir “a cualquier precio” la toma de posesión del nuevo presidente.

Ya dentro del PRD se habían escuchado voces que condenaban la violencia y hacían un llamado a la razón. Los legisladores perredistas aceptaron la vigencia de las instituciones en el momento en que rindieron su protesta y reiteran esa aceptación cada vez que cobran su sueldo mensualmente. Deben entonces mantenerse dentro de las instituciones, actuar conforme a la ley y no caer en el error de suponer que el fuero del que gozan los autoriza a apartarse de la legalidad y de las formas institucionales, pues “el fuero es sólo para garantizarles la libre manifestación de sus ideas sin quedar sujetos a coacción o represalia”.

Ojalá se percaten de lo estéril de sus procedimientos, que asuman su responsabilidad de mexicanos y transiten por los caminos del ejercicio democrático, renunciando de inmediato a sus ilícitos desórdenes. Todos ganaríamos, incluso el PRD, tan mal visto ahora por la conducta incivil de sus pésimos elementos.

El Presidente Felipe Calderón merece elogio por no haber cedido un paso ante las amenazas irracionales de la oposición. De haber cambiado de lugar la ceremonia constitucional, habría incurrido en una debilidad aun mayor que la de Vicente Fox cuando se doblegó en Atenco al sonido de los machetes.

Así mostró entereza y energía el nuevo Presidente, la forma clara y firme como pronunció la fórmula solemne de protesta fue la señal para indicar que habrá solidez y decisión en su gobierno. Los mexicanos estamos demandando esa actitud después de ver los nocivos efectos que traen consigo las omisiones en el ejercicio de la autoridad.

Otro elogio es para la bancada priista. Si bien los diputados y senadores del PRI se habían marginado del conflicto entre el PAN y el PRD, como si lo sucedido dentro de la Cámara fuese asunto ajeno a ellos, a la hora decisiva hicieron acto de presencia y por ellos se pudo integrar el quórum necesario para realizar la ceremonia. El Presidente Calderón debe reconocer el sentido común y la institucionalidad de los priistas.

¿Y López Obrador? Un prietito en el arroz, y nada más. Eso será también en el futuro.

Bien inició su mandato Calderón hacia la justicia y la reconciliación, por el bien de México.

Tinterillo dice;

El príncipe Felipe de Asturias, comentaba con su compañero de palco, de forma relajada en la Cámara de Diputados el espectáculo que ahí se daba.
Diciendo, palabras mas, palabras menos; “Estos follones no me apuran demasiado tío. En las democracias se ven todos los días. Lo que importa es lo sigue después. ¿Qué van a hacer estos machos perredistas ahora?”
Y su interlocutor le respondió; “Dialogar, necesitamos dialogar para concretar los cambios que hemos planteado”.
Sorprendido, el príncipe dijo: “¿Ustedes? Vale, ¿es que acaso usted también es perredista?”.
El hombre que le acompañaba le extendió la mano diciéndole: “Lázaro Cárdenas Batel, Gobernador de Michoacán, mucho gusto Alteza”.
Y con genuino gusto, el heredero de la Corona Española contesta: “¡Hombre! Que no están ustedes tan mal, después de todo”.

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