La tarde del viernes 6 de abril mataron de dos tiros en el centro de Acapulco, al corresponsal de Noticieros Televisa, Amado Ramírez.

Han corrido treinta y ocho días con hoy, y las autoridades de Guerrero están igual que aquella noche, como en otras ejecuciones cometidas en la entidad, como con todos los asesinatos de periodistas no tienen idea, y menos si hablamos de encontrar a los culpables.

Es cierto que tienen arraigados a dos sospechosos a los que no les han mostrado culpabilidad alguna, y no tienen evidencias ni testigos directos de quienes ejecutaron a Amado.

La primera reacción de las autoridades policíacas fue la de siempre, buscar desprestigiar a la víctima, diciendo que si era drogadicto, que era narcotraficante, que tenía problemas de género o deudas de juego o de honor, como si eso fuera una excluyente de responsabilidad.

En el caso de Amado Ramírez las autoridades de Guerrero esparcieron la versión de “asuntos familiares” que no han comprobado, pero aunque así fuera, ¿por qué no han esclarecido el caso?. Esa estrategia tan ruin como socorrida, es a lo que yo llamo la segunda muerte, cuando sólo hay algo peor que ser asesinado y las “versiones oficiales” del crimen son puras especulaciones.

La misma tarde del asesinato, el Presidente Felipe Calderón habló con Emilio Azcárraga, Presidente de Grupo Televisa para darle el pésame y compartir su preocupación, y le hizo saber su compromiso de que no quedaría impune el asesinato, que es lo único que Azcarraga le exigió al Presidente de la República, “que el crimen no quedara sin aclararse”.

Desde el 6 de abril, asesinaron a Saúl Martínez Ortega, periodista de Sonora, y desapareció Rodolfo Rincón de Tabasco, a lo que ahora se añaden los secuestros de dos colegas de TV Azteca Monterrey, Gamaliel López Candanosa y Gerardo Paredes Pérez, ambos desaparecidos desde el jueves 10 de mayo. Ya se han cumplido más de ciento cincuenta horas sin noticias de ellos.

Entiendo que en esta guerra contra el crimen organizado no hay excepciones, pero no puedo aceptar que a lo largo de los años la impunidad domine y se haya convertido en el centro de los asesinatos de periodistas, crímenes que nadie le interesa esclarecer.

Quiero insistir, en cada asesinato de periodista sin aclarar, en cada desaparición sin esclarecer, nos hace a todos, no sólo a los periodistas más vulnerables, ya que con cada muerte nos matan a todos un poco, y con cada secuestro nos secuestran a todos.

Si nos quedamos callados cuando vayan por unos, nadie levantará la voz, y cuando vayan por otros tampoco nadie lo hará.

Por eso no se me da la gana quedarme callado.

Tinterillo dice;

El perfil bajo ya no funciona…

Pese a lo delicado de su función, José Nemesio Lugo Félix prefirió siempre mantener un “perfil bajo”, por eso andaba sin chófer, sin guardaespaldas, sin arma y sin vehículo blindado.

Tenía 45 años, inicio su carrera hace 20 en el CISEN, su experiencia lo llevó hace un mes a la Coordinación General de Investigación del Centro Nacional de Planeación, Información y Análisis para el Combate contra la Delincuencia Organizada, que encabeza la Procuraduría General de la República (PGR) donde trabaja personal de distintas dependencias como la Secretaria de Gobernación, Secretaria de la Defensa, Secretaria de Comunicaciones y Transportes, Secretaria de Seguridad Publica Federal y la Armada Marina de México, todos con altísima especialidad y confiabilidad en materia de narcotráfico, secuestro, piratería, tráfico de personas, vigilancia de sospechosos, investigación cibernética, telefónica, marítima, aérea, transporte de tierra, interpretación de documentos, etc.

Cueste lo que cueste, aun contra la voluntad del servidor público, a nadie con tareas tan peligrosas debe el Presidente Felipe Calderón permitirles andar sin protección, porque ya vimos, Lugo Félix fue cazado a 200 metros de su oficina en Coyoacán, Distrito Federal.



VISITA MÉXICO

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