Hugo Sánchez no habla de fútbol, no se siente cómodo cuando es interrogado sobre aspectos de estrategia y táctica, no le gusta.


Él está por encima de los temas de los entrenadores, por eso no conocemos su discurso futbolísti
co. Hugo va de la queja a la soberbia y del liderazgo a la motivación de forma patética, hoy más que nunca hay que averiguar qué le esta pasado a la selección nacional.

No sabemos la versión oficial del director técnico, para él la mala actuación de sus jugadores en este evento es provocada por factores externos como la “pésima” cancha, o la “persecución” del Comité Organizador de la Copa de Oro que practica un complot para que México quede eliminado en la primera ronda, según él, ridiculeces que nadie cree.

Su discurso equivocado lo empieza a igualar con el destemplado y esquizofrénico Ricardo Antonio La Volpe, su antecesor, quien por cierto sí tenía discurso futbolístico, aunque dialogar con el era imposible, pues su soberbia lo hacía creer que nadie más sabía de fútbol.

Hugo Sánchez está convencido de que la selección nacional sólo necesita de él, y no un técnico que diseñe sistemas de juego y prepare a un equipo titular con variantes y acciones ensayadas estudiando futbolísticamente al rival en turno, es por eso que se adivina su ignorancia en esos asuntos.

A la selección nacional le falta entrenador por que tiene al frente a un personaje sobreactuando fuera de la cancha que se pasa de rosca y no se ha da cuenta. A nuestra selección la encabeza un hombre carente de sensibilidad que debe entender que es hora de ponerse a trabajar y a hablar de fútbol urgentemente con sus jugadores y con los aficionados.

Hugo Sánchez tiene jugadores muy buenos que viven un gran momento, dispone de una generación de futbolistas que pueden representar un relevo generacional de otros que están en plena madurez, y con veteranos dispuestos a rendir en el equipo nacional, qué más puede pedir.

Hugo no debería tener problema para unificar un sistema de juego, para conjuntarlo, para dar resultados, y si no puede que cambie de posición, que lo nombren director de Selecciones Nacionales, o presidente del equipo nacional, o vocero de la federación, lo que sea, lo que satisfaga su egolatría desbordada y que deje en manos de quien sí sabe de fútbol a nuestra Selección Nacional.

Están a tiempo los dueños del balón, digo yo...


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