Independientemente de que el gobierno de Marcelo Ebrard ha sido una desgracia para los capitalinos, hoy se encuentra atrapado en su propia red de intereses, populismo y complicidades sociales y políticas, o hace respetar la ley y obligaba, de una u otra forma, a los maestros de la CNTE, a dejar de construir viviendas en plena vía pública, o confirmaría que sigue al servicio de quien realmente está empujando la insurrección popular contra la Ley del ISSSTE, me refiero a Andrés Manuel López Obrador.

Ebrard, quien siempre fue un operador salinista de segundo nivel, bajo las órdenes de Manuel Camacho Solís y autodeclarado político de izquierda en una farsa ideológica que ha desdeñado a los verdaderos izquierdistas mexicanos, y que además en sus sueños guajiros, quiere ser Presidente en 2012, tubo que tomar una decisión que repercutirá en sus ambiciones futuristas, implicándole ir en contra de los intereses de su único jefe, el caudillo tabasqueño.

Los maestros de la coordinadora magisterial continúan en plantón frente al edificio del ISSSTE, ya dejaron de construir casas de ladrillo en la vía pública, pero amenazan con seguir en rebeldía. Días atrás Ebrard se comprometió a que esa noche el conflicto quedaría solucionado, pero su palabra quedó en juego, porque o gobierna para la ciudad o sigue de rodillas ante Andrés Manuel López Obrador.

Para nadie es un secreto que López Obrador “es la mano que mece la cuna” detrás de la rebelión contra la nueva Ley del ISSSTE. Al inicio de mayo pasado en su programa de madrugada en TV Azteca, declaro: “No nos vamos a quedar cruzados de brazos”, ante lo que llamó una ofensiva más de la derecha contra los mexicanos. Y hasta ahora lo ha cumplido, aunque más allá de inconformarse ante esa ley, su objetivo es enseñarle el músculo al gobierno del Presidente Felipe Calderón y crear condiciones de ingobernabilidad en la capital y en el país.

No es un secreto que Ebrard ha elegido al populismo como vía para gobernar en vez de atacar a fondo los graves problemas que tiene el Distrito Federal: inseguridad, anarquía en el transporte, ambulantaje, corrupción en oficinas de gobierno, inundaciones, falta de agua y muchos otros. Su estilo es mediático de grandes y poco efectivos despliegues policíacos en Tepito e Iztapalapa y su demagogia a manos llenas con ridículos ciclotones, el apadrinamiento de quinceañeras y regalar garrafones de agua, como su apresurado y vacío Programa General de Desarrollo 2007–2012 es una ofensa a los capitalinos.

Cómo se atreve a anunciar derechos plenos a la ciudad y a sus habitantes cuando, como jefe de Gobierno ha permitido que los grupos de presión perredistas mediante marchas, plantones y manifestaciones desquicien al Distrito Federal sin el menor respeto a las mayorías que debemos aguantar las ofensas de aquellos que bajo el amparo de la libertad de manifestarse, arrinconan y humillan a quien se les pare enfrente, porque cuentan con la protección de la policía capitalina.

Cómo creerle cuando ofrece seguridad y justicia expedita, cuando somos una de las ciudades más inseguras del mundo con 72 ejecutados en lo que va del año, con ajusticiamientos dentro de una funeraria y con policías extorsionando a los ciudadanos, y Ebrard solo dice que no pedirá el apoyo de Ejercito porque no quiere nada con el Gobierno Federal.

Con qué autoridad anuncia un nuevo ordenamiento urbano con transporte eficaz y de calidad, si los microbuseros son una amenaza pública de día y de noche sin que nadie los controle, y cuyo salvajismo ha causado la muerte a cientos de capitalinos. Cómo hablar de transporte eficaz cuando el propio Ebrard como número dos del gobierno de López Obrador autorizó y arropó a los taxis pirata denominados Panteras sin ningún respeto a la ley.

Cómo creerle a Ebrard quien siendo candidato del Partido del Centro Democrático (PCD), que era propiedad de Camacho Solís, a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, declinó a favor de Andrés Manuel, advirtiendo en una carta; “ni yo ni el PCD somos de izquierda” y cuando los reporteros le preguntaban si era de izquierda, respondía; “Siempre he militado en la misma idea”.

La izquierda legítima mexicana ve con profunda desconfianza al falso izquierdista y razón no les falta, recordemos que Ebrard le entregaba millones de pesos a López Obrador cada vez que el tabasqueño llegaba con sus marchas al DF, siendo Camacho el regente del salinismo, para mantener la alianza con la industria de la reclamación, en los tiempos en los que Camacho Solís aspiraba a ser Presidente de la República, algo que afortunadamente no paso.

Hoy, Marcelo Ebrard tendrá que definirse, o va contra los intereses de Andrés Manuel López Obrador, o comienza a actuar en favor de las mayorías.

Mientras tanto, en Ebrard no se puede confiar...


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