La Procuraduría General de la República acumula derrotas. Las más recientes han sido el caso de lavado de dinero en contra de René Bejarano -quien podrá ser responsable de muchos delitos pero no de ése- y los de delincuencia organizada y lavado de dinero contra Archivaldo Guzmán, “El Chapito”. Otro estúpido error fue el de Nahum Acosta, el ex jefe de giras de la Presidencia de la República.

Hay muchas razones para pensar que la próxima derrota será el caso contra el arquitecto Joaquín Romero Aparicio, a quien le ha tocado ser víctima de la procuraduría.

Según el portavoz de la Presidencia de la República, Rubén Aguilar, a Romero Aparicio se le detuvo porque se pensó que se trataba de Vicente Carrillo Fuentes, hermano del narcotraficante Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”. A pesar de que ya ha quedado demostrado que es falsa esta identificación, la PGR no ha querido reconocer su error y mantiene al arquitecto detenido.

La PGR dijo ayer que tres testigos han hecho imputaciones en contra de Romero Aparicio y que han señalado que se trata de Vicente Carrillo Fuentes. Nada convincentes son esas declaraciones cuando sabemos que familiares, amigos, colaboradores y conocidos certifican la identidad del arquitecto.

Menos credibilidad se le puede conceder a la PGR cuando se nos dice que las imputaciones vienen de “testigos protegidos”, ya que experiencias recientes nos dice que suelen ser comprados, como Fernando Rodríguez González y “La Paca” en el caso contra Raúl Salinas de Gortari.

Lo natural, una vez aclarada la identidad del arquitecto es que se le hubiera liberado. Pero esto no ha sucedido. Al contrario, la PGR ha empezado a revisar aspectos de su vida personal y profesional.

Según declaraciones de uno de sus hermanos, el ministerio público trató de encontrarle algún problema fiscal. Ahora, como señala el vocero gubernamental, Rubén Aguilar, se le investiga por nexos con el narcotráfico, independientes de que no sea Vicente Carrillo Fuentes.

Ayer de la PGR informo, que se investiga a un hombre llamado Francisco José Ramírez joyero de profesión y quien al parecer es propietario de una casa en el Pedregal de San Ángel que supuestamente perteneció al “El Señor de los Cielos”, por lo cual se le detuvo junto al arquitecto.

Como la PGR no pudo encontrar alguna prueba que permitiera la detención definitiva de Romero Aparicio, el ministerio público optó por recurrir al arraigo. Ésta es una forma de privar de la libertad a un sospechoso sin la garantía constitucional de que en 72 horas el ministerio público presente pruebas en su contra o lo deje en libertad.

El juez otorgó el arraigo sólo por seis días. Esto muestra que el mismo juez ve con escepticismo las pruebas de la fiscalía. Los jueces son intimidados por la PGR. En otros casos sonados en que han fallado en contra de ésta, se les ha amenazado con someterlos también a investigaciones.

La persecución en contra de Romero Aparicio se da en el momento en que la PGR, muestra su incapacidad para frenar el tráfico de drogas o la violencia entre bandas en el país, le parece más fácil encarcelar a parientes de narcotraficantes famosos. En el caso de “El Chapo” Guzmán ha presentado cargos no sólo contra su hijo -desechados una y otra vez por los jueces- sino también contra una sobrina. Esta estrategia puede explicar el intento de detener al supuesto hermano de “El Señor de los Cielos”.

Entender el esfuerzo de la Procuraduría por conseguir éxito en su tarea que parece imposible, la ligereza con la que lo hacen y acusan a personas que aparentemente no tienen nada que ver con el tráfico de drogas o el lavado de dinero es muy preocupante. Se detiene diariamente a personas durante semanas o meses para que salgan exoneradas casi siempre, sin darles ni siquiera el clásico “usted disculpe”, ni la reparación social y moral que perdieron por las estupideces del procurador Daniel Cabeza de Vaca (foto) y sus ineptos empleados.

Cualquiera de nosotros podemos ser la siguiente víctima de esta estrategia, primero detienen a la gente y después investigan si tiene algún nexo con el narco o el lavado de dinero.

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