Dos años consecutivos los seguidores del béisbol de Grandes Ligas han sido testigos del final de dos presuntas "maldiciones" sobre dos de los equipos de más tradición en Estados Unidos.

El miércoles anterior, los Medias Blancas de Chicago dirigidos por el venezolano Oswaldo Guillén ganaron el campeonato luego de 86 años de sequía de trofeos en su vitrina.

La última vez sucedido en 1919, cuando el equipo que compitió en la final fue acusado de haber arreglado los juegos para favorecer a los apostadores. Eso fue un escándalo en su época, los jugadores fueron expulsados de la liga y se les llamó desde entonces "los Medias Negras". Desde entonces se cree que este hecho les había impedido al volver a saborear el triunfo en la Serie Mundial.

Caso similar fue el de Medias Rojas de Boston, campeones en 2004 que luego de 84 años, pasaron de ser el mejor equipo de la liga y olvidar una racha de derrotas tristemente célebre. Todo empezó luego de haber vendido a "su principal rival" los Yankees de Nueva York a su lanzador estrella, Babe Ruth, que además transformó en uno de los mejores bateadores de la historia. Como resultado había nacido la maldición de "el bambino", quien nunca habría perdonado a los Medias Rojas que lo hubiesen vendido.

Aparentemente ningún deporte tenga tantas cábalas como el béisbol. Las llamadas "maldiciones" que persiguen a algunos equipos son la punta de un iceberg de miles de supersticiones que rodean a quienes juegan y disfrutan del béisbol.

En la última final de campeonato, vimos a la mayoría los jugadores de los Astros de Houston con barbas crecidas, nadie se quería afeitar para no traer mala suerte al equipo. El manager de los Medias Blancas, Oswaldo Guillén, recibió una camiseta de la selección de fútbol de su país, y declinó ponérsela, porque siempre usa debajo del uniforme una camiseta del equipo de fútbol americano, Chicago Fire, y cambiársela podría causarle un revés a su fortuna.

Casos similares sobran, entre otras hay quienes se ponen la gorra al revés, cuando hay una jugada difícil, hay quienes nunca se cambian (o lavan) los uniformes (o sus calzoncillos) si se encuentran en medio de una racha de bateo, y existe una serie de rituales que se cumplen religiosamente "por el bien del equipo". Por ello, las maldiciones son hasta parte del juego.

En Chicago son dos equipos los que se disputan la afición de esa ciudad. Según los entendidos los Cachorros de Chicago son los que tienen más tradición y, por supuesto, no puede faltar, también tienen su maldición, ahora son la única y más antigua franquicia del béisbol que desde 1908 viven una sequía de trofeos y campeonatos.

Todo se originó por una cabra. Hasta 1945 a los Cachorros no les había ido tan mal, incluso estuvieron cerca de la Serie Mundial en varias ocasiones. Sin embargo, en ese año el dueño de un bar local, William Sianis acudió a un partido acompañado de su cabra mascota. Aparentemente, el animal despedía semejantes olores que las quejas del público terminaron por provocar que Sianis fuera expulsado del estadio. Pero el agraviado tuvo la palabra final; "Nunca más ganarán una Serie Mundial", habría dicho y no les pudo haber ido peor a los Cachorros desde entonces.

Cuestión de suerte, cábala o simple maldición…