A partir del reciente decomiso se puede entender la magnitud de la guerra que esta librando México contra las bandas criminales. La cifra es tan descomunal que poco nos dice a los mortales de a pie.

¿Qué significan 205 millones de dólares? Ya aparecieron los curiosos que en una sencilla operación aritmética encontraron que es igual a 2 mil 208 millones de pesos, igual a 27 mil automóviles compactos, que supera el presupuesto de varias secretarías de Estado o equivale a 125 mil años de salario mínimo en México.

Ese es el tamaño del decomiso que la noche del pasado jueves logró la Procuraduría General de la República (PGR) en la más exclusiva colonia de la capital de la república, las Lomas de Chapultepec. Pero como no había ocurrido en el mundo y más allá de estimaciones de los especialistas sobre el tamaño del negocio del crimen organizado y el narcotráfico, con el aseguramiento alcanzado por la policía mexicana se puede contar por primera vez con la aproximación real del "tamaño de la bronca" que enfrenta el Estado mexicano.

Nadie puede regatear el mérito del golpe al crimen organizado y al narcotráfico por parte del gobierno federal mexicano, lo cierto es que tampoco nadie puede dudar de la fuerza económica y financiera, ni de la capacidad operativa y corruptora de los criminales que disponen de enormes recursos económicos que los hace obtener descomunales cantidades de dinero y que manejan su liquidez en billetes verdes, en montañas de dólares americanos.

A partir del decomiso se puede entender el tamaño de la guerra contra las bandas criminales, explicar la pelea de los carteles por tal o cual territorio y si tiene sentido la estela de ejecuciones en la geografía nacional, el poder de armamento con que cuentan las bandas y los miles de mexicanos que abandonan todo y decidan jugarse la vida por esa actividad. Pero existe una paradoja aún más preocupante, esa fortuna permite conocer con certeza el tamaño, el poder de la corrupción, la impunidad y la penetración criminal en todos los niveles y órdenes de gobierno.

Y por supuesto alerta sobre la responsabilidad de las autoridades municipales, estatales y federales en el crecimiento de ese flagelo, sea por comisión o por omisión. ¿Cuántas de esas bandas operan en cada una de las 32 entidades del país? ¿Cuántos gobiernos de PRI, PAN y PRD conocen de su existencia? ¿Cuántos las solapan o se hacen de la vista gorda? ¿A cuántos candidatos a puestos de elección popular, diputados locales y federales, alcaldes, senadores o gobernadores han patrocinado esas bandas? ¿A cuántos candidatos presidenciales han tocado?

Si una sola banda criminal, como la desmantelada, dedicada al tráfico de seudoefedrina (precursor de drogas sintéticas) tiene ese poder económico que sin problema traduce en compra de policías, gobiernos y políticos de todos niveles, agentes aduanales, gerentes de bancos, armas y protección privada mas poderosa que las que tienen las instituciones del Estado mexicano, ¿qué se puede esperar de otras bandas que trafican con cocaína, mariguana, personas, automóviles, secuestros? El tamaño de este decomiso permite conocer el tamaño del problema y la capacidad de la penetración del crimen organizado en nuestras instituciones.

Y es que no se explican esas fabulosas fortunas, su traslado, circulación y custodia en casas de seguridad, sin la complicidad de altos niveles de gobierno en México y Estados Unidos, y sin la complicidad de los sistemas financieros, aduanales, portuarios, aeroportuarios y policíacos. Y su incautación no se puede entender por más que se reconozca la eficacia de la policía mexicana, sino como una fractura accidental o deliberada de la compleja red criminal que para sobrevivir "salpica" fabulosas utilidades a su paso.

Acaso habría que preguntar, al tiempo que se interroga sobre los detalles del exitoso operativo policíaco, sobre lo que falló en el otro extremo, en la logística y la inteligencia de una fabulosa empresa que tiene en su domicilio particular una montaña así de dinero.

Y es aquí donde la autoridad y los servicios de inteligencia cuentan con una verdadera veta de información. Se sabe que la mayoría del monto del decomiso son dólares estadounidenses fáciles de seguir si se toma en cuenta que son billetes de 100 dólares con poco uso y que cuentan con la fajilla del banco. ¿Por dónde entraron los dólares? No entraron a México en un contenedor, sino en porciones pequeñas, manejables. ¿Por el aeropuerto? ¿Por carretera? ¿Por mar? Es posible detectar la ruta de los bancos por los que pasaron. Tampoco se quedarían guardados en la casa donde fueron encontrados. ¿Cuál sería su destino? Una cantidad como esa debía entrar al sistema financiero por alguna ruta de lavado para seguir a otro destino. Si no se trató de un golpe de suerte, podremos contar muy pronto, con respuestas. Y por supuesto que caerían muchas cabezas. Digo yo.

Tinterillo dice;

El propio Spencer Tunick dará a conocer los detalles de la sesión fotográfica de desnudo masivo que tendrá lugar por primera ves en la Ciudad de México esta primavera.
Lo hará mañana miércoles a las 10:30 horas en el Hotel Condesa. Ahí dará el banderazo para quienes quieran inscribirse y dejarse ver en pelotas...





VISITA MÉXICO


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